sábado, 21 de abril de 2007

La bahia del silencio

En su cruel, acerada entraña, Buenos aires oculta obstinadamente sus yacimientos humanos mas complejos y mas originales. La ciudad solo muestra sus vegetaciones externas, tan monocordes e iguales entre si, inconfesas, calladas. La piel de otras urbes extiende ante los ojos del caminante sus manchas de color, y aqui y alla es facil presumir la existencia de tal o cual habito diferente, vario, de conducta, de vida, de lengua; la piel de la nuestra en cambio no desarrolla sino su constante, palido, unico y reticente matiz.

Parece que su ley mandara a sus habitantes tornarse todos iguales-- todos blancos de silencio e interior desierto.

Todo lo guardan so capa de optimismo y fuerza y viril denuedo; Y entre tantos luchadores altivos e inconfesos, solo de tiempo en tiempo se desliza, acusandolos como el tono blanco acusa en una tela la profundidad de la contigua sombra, un absorto , un triste, un espectro desencantado.

He aqui una ciudad llena de hombres en busca de su voz.

Ignoran los matices entre el grito y la confidencia, los grados que median entre la risa y el llanto; Tan pronto parecen jugetones gigantes, como muertos. Muertos, eso si, impetuosos; fantasmas corpulentos.

Fantasmas, ¿no lo eramos nosotros casi tanto? Yo , por lo menos, me hundia cada vez mas en preocupaciones cuya radicaicon, cuyo poloestaban fuera del mundo necesario y cotidiano.



EDUARDO MALLEA - La bahia del silencio.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

espero verte hoy, te quiero tanto

Anónimo dijo...

:)

Dulcinea