martes, 19 de agosto de 2008

Ciencia y neocolonialismo

No me quiero volver a olvidar de agradecer a la profesora Lorenzen, nuestra profesora de filosofía, por habernos puesto a laburar, a mitad de año, en un trabajo práctico sobre "La responsabilidad del científico y el tecnólogo en la Argentina". La nota que abajo publico fue parte de las fuentes con las que tuvimos que basarnos, junto con otros grandes autores, como Pino Solanas.
Es realmente destacable que, desde la mismísima tarima del docente, algunos, aunque vengan siendo pocos, se interesen en formar la conciencia y sensibilidad social del alumno, aunque las reacciones de los mismos a veces se den de diversas maneras. Llamar a la reflexión sobre cuestiones sociales es verdaderamente mucho mejor que, simplemente, hacer ejecutar y reproducir esquemas teóricos, muchas veces, indigeribles. Gracias por esta cuota de colaboración en el cuestionamiento de la realidad imperante, hacia la construcción de mejores concepciones, estructuras y sistemas.

Reproduzco una nota que salió en Página/12 de Andres E. Carrasco, profesor de la UBA e investigador del Conicet, el Miércoles 23 de Enero de 2008. Viene a cuento de la reciente creación del Ministerio de Ciencia y Tecnologia, y del profundo debate acerca del rol social de la ciencia, y de las necesidades de un país de la periferia tercermundista como lo es Argentina

Para el imaginario de cualquier ciudadano argentino, la creación de un Ministerio de Ciencia y Tecnología es algo virtuoso y, al mismo tiempo, un reconocimiento largamente acariciado por la comunidad científica nacional. Sin embargo, para ser completa, la reforma institucional debe estar acompañada por una política que vaya más allá del incremento del presupuesto. Que se haga cargo de las necesidades sociales que demanda el momento, poniéndole al quehacer científico-tecnológico el objetivo de mejorar la calidad de vida y promover la felicidad del pueblo. A esta idea querríamos aportar algunas consideraciones.

Ciencia útil. La idea que recorre la ciencia actual pregona que la misma ha dejado de ser parte de la cultura para transformarse en una mediación instrumental entre conocimiento y mercado –la tecnociencia–; y que debe apuntar a la utilidad del conocimiento, para generar nuevos bienes de consumo y aumentar el valor agregado de otros. Con este encuadre conceptual la política científica quedaría reducida a un simple plan de promoción de negocios. El rumbo que ha tomado la biotecnología corporativa es ejemplo de esta concepción neoliberal. Operando sobre el conocimiento, busca tecnologías que habiliten la manipulación de las bases biológicas con el objeto de incrementar la eficacia de la naturaleza y lograr así un control panóptico del escenario humano. Algo que ya estaba implícito en el paradigma victoriano del control social que propiciaba la eugenesia galtoniana y que vuelve a estar presente corregido y aumentado. En la era de las prótesis mecánicas y biológicas no es necesario seleccionar los seres humanos con métodos biométricos lombrosianos, el deseo del paradigma neoliberal es desarrollar tecnologías que optimicen las capacidades humanas al servicio de la perpetuación del modelo de acumulación.

Ciencia y colonialidad. Al subordinar la ciencia a la tecnología, se consuma la idea de que el conocimiento se legitima sólo cuando conduce a alimentar propuestas e iniciativas que incrementan la rentabilidad del mercado. Más aun, ontologiza el saber útil. Transmutando la metáfora de la ciencia prometeica de la Ilustración –que quiso comprender la naturaleza y relacionarse con ella de una manera armónica– en la metáfora fáustica –-que promueve su apropiación y dominio aun a costa de su destrucción–. Así este capitalismo tardío necesita de la tecnociencia centrada en la dominación de los recursos de la humanidad como el principal instrumento de la neocolonialidad y la celebración de las soluciones tecnocráticas para los problemas humanos. En esta modalidad, y sin entrar en la discusión sobre la fragilidad actual del modelo epistemológico de la ciencia, ni en la dificultad de su debate, se comprueba que el mercado no requiere verdades científicas sólidas y verificadas sino resultados veloces y competitivos en las góndolas comerciales. Un desafío al paradigma cartesiano pero, sobre todo, un riesgo cierto en la percepción y legitimidad social de la ciencia.

Ciencia y globalización. No es cierto que la tecnociencia sea liberadora por sí misma. Es un instrumento del poder que la concibe. Su autonomía en la Argentina será ilusoria mientras el país permanezca subordinado social y culturalmente, mientras las grandes mayorías estén excluidas y el patrimonio nacional sea devastado en aras de un progreso deseable para otros. Tampoco existen globalizaciones buenas y malas. La globalización es una sola y su tendencia hegemonizante es reemplazar la política por la técnica, con un conocimiento que, habiendo sacrificado su rigurosidad, lleva a la devastación de la naturaleza y a consolidar la exclusión social.

Ciencia y desarrollo alternativo. Por todo lo dicho, la política de ciencia y tecnología de un país arrasado, dominado y frágil en sus decisiones es estratégica para un verdadero proceso de liberación, en tanto haya conciencia de la paradoja que implica tener sistemas científicos que funcionan como parte dominada de un capitalismo dominante. Siempre supremo en lo técnico, pero de moral social incierta. Salir de la deuda del Club del París es un desafío para la autonomía nacional. Reemplazar los créditos del BID y BM en el área de ciencia y técnica por fondos propios, es también un acto necesario de soberanía. Porque mientras nos venden formas de desarrollo, se apropian de los recursos, destruyen la biodiversidad, alienan el bienestar y alaban a nuestros científicos, compramos llave en mano modelos para formar elites funcionales a la hegemonía de las grandes corporaciones nacionales o extranjeras.

En este escenario, instalar un relato alternativo implicaría que la política, oponiéndose a las tendencias de los intereses dominantes, promueva una mirada ontológica liberadora desde nuestra periferia que integre el conocimiento con equidad social sin sacrificio de lo humano. El reflujo actual del pensamiento crítico y la imposibilidad del progresismo de vincular lo político con lo social adeudan el imprescindible debate por el sentido de la idea de desarrollo en nuestros países, que incluye necesariamente el devenir de la ciencia. La inclusión social plena requiere de la expropiación del sentido del desarrollo científico para transformarlo en un medio proveedor de felicidad y bienestar social, y que no sea sólo un instrumento que remedie los efectos no deseables del progreso actual. Tal como sucede, por ejemplo, con los recursos energéticos no renovables. Revisar la lógica capitalista de la industria automotriz es pensar una alternativa crítica sobre la crisis energética. Sustituir el petróleo por biodiesel extraído de alimentos para suplir la demanda es un remedio que llevará a problemas más graves y destructivos.

Para esta discusión no son necesarios Premios Nobel, ni grandes prestigios académicos, sino hombres de ciencia comprometidos con el pensamiento crítico necesario para luchar contra la dependencia de los pueblos a los que pertenecen. Debemos apropiarnos del verbo, de la razón, y ser capaces de hablar desde nosotros sin dejar que seamos hablados por otros lugares, por otros intereses. Ese es el principio de la descolonización cultural y el comienzo de la verdadera emancipación.

miércoles, 13 de agosto de 2008

Dar

¿Qué son vuestras posesiones sino cosas que atesoráis por temor a necesitarlas mañana?
Y mañana, ¿qué traerá el mañana al perro que, creyéndose previsor, entierra huesos en la arena sin huellas?
¿No es, en realidad, el miedo a la sed, cuando el manantial está lleno, la sed inextinguible?

¿Y hay algo, acaso, que pueda guardarse?
Todo lo que tenéis será entregado algún día:
Dad, pues, ahora que la estación de dar es vuestra y no de vuestros herederos.

Decís a menudo: “Daría, pero solo a quien lo mereciese”
¿Y quienes sois vosotros para que los hombres os muestren su seno y os descubran su soberbia, para atreveros a ver desnudos sus merecimientos y sin vacilaciones su equivocaciones e impurezas?
Mirad primero si vosotros mismos merecéis dar y ser el instrumento de dar.
Porque, a la verdad, es la vida la que da a la vida, mientras que vosotros, que os creéis dadores, no sois más que testigos.

Khalil Gibran (1833-1931)

domingo, 3 de agosto de 2008

Mi palabra

No soy escritor ni literato mestizo. Yo soy indio. Un indio que piensa; que hace ideas; que crea ideas.
Mi ambición es forjar la fuerza creadora india de liberación; la ideología de mi pueblo en el subsuelo de esta estructura humillante.
Era solo; ahora seré millones. Vivo o muerto, lucida conciencia vital o hecho polvo, seré millones. Y haré pedazos a la infame muralla del silencio organizado con que me ha puesto cerco el imperialismo del capital y la latinoamérica del cholaje foraneo…Y llegará el día en que esa sociedad, aúlle de dolor y llore sangre por causa de mi palabra.
Cuando el pueblo de Latinoamérica conquiste el Poder de su determinación, de sus relaciones sociales y de su producción, y su vitalidad reinstaure su cultura, mi pensamiento será parte germen y abono de la Nueva Sociedad.
Ondulará la Whipala, el autentico estandarte de la Patria, al impulso del soplo huracanado de mi verbo.

La verdad es mi arma. La verdad, que es como un puñal de acero refulgente, no requiere ropajes de ninguna clase.
Cara al sol, tengo el santo deber de hablar la verdad desnuda. La verdad es la única cosa sagrada. En labios del impuro la verdad se mancilla. Y una verdad manchada carece de autoridad.
Yo tengo el derecho de decir la verdad en forma directa, cruda; de frente, cara a cara; que esto ¿es una procacidad? ¿Qué es procaz mi estilo?
No escribo para los oídos hipócritas del cholaje cipayo. Yo escribo para el pueblo de alma india.
Hay que meter el dedo en la llaga de una dignidad herida por cuatro siglos de humillación. Hay que barrenar, con hierro al rojo vivo, su corazón, hasta que partido en dos, eche oleajes de sangre. Hay que golpear su cabeza y su conciencia hasta que se conviertan en un volcán vomitando océanos de odio. Hay que rugir como un león hasta desatar la tempestad que hará polvo a esta sociedad mentirosa y criminal.
Porque solo así podemos sepultar la cavernaria “fobia racial” del cholaje blanco-mestizo, y la superestructura canalla del capital que nos desposee, que como una nebulosa encubre, la explotación esclavista de Latinoamérica india.

Y aquí, reproduciendo esa estructura, tenemos a un manojito del cholaje mestizo cipayo montado sobre millones de indios esclavos. La clase dirigente encima del pueblo, cerniéndose sobre él al punto de asfixiarlo con sus traiciones. Cholaje en función de lacayo sirviendo de rodillas a Europa y a Norteamérica. Y vendiendo a precio vil la Patria.

Destierro, panorama de la expropiación cultural:
Las juventudes del Asia, África y Latinoamérica, con la pesada carga de desdichas en la espalda y la conciencia sangrante de toda la tragedia de sus pueblos, se enfrentan al imperialismo capitalista que posee al consumo cual adicción y que monopoliza el individualismo cual resguardo de la propiedad injusta. Su lucha es una lucha sin cuartel. Su rebeldía tiene un faro: la liberación nacional.
La juventud debe escupir su asco y su desprecio a todo aquello que se importa de las naciones imperialistas.
¿Qué se te ofrece desde esa logica ajena?
Nihilismo en el pensamiento; abstracción jeroglífica en el arte; un “dios blanco” asesino en la religión. Porque en los hechos, Cristo no lleva a los hombres de las colonias al “camino de Dios”, sino al camino de la “fiera rubia”.
El occidente impera en el mundo e impone un sistema social individualista de propiedad privada y, por antonomasia, es propiedad individual, por tanto, guerra.
La píldora anticonceptiva, el psicodélico desenfreno alcohólico y sexual, la furibunda epidemia del hippismo y la insurgencia babélica, sin ningún ideal, de los estudiantes del mundo, son el fruto amargo de este sistema del occidente tétrico que llega a su ocaso.
Los de arriba, los del norte, ¿qué pensamiento ofrecen, cuál el arte que llena el corazón vacío de la humanidad? El Occidente hoy no ofrece ni pensamiento ni arte al hombre, devorado por sus tremendas necesidades insatisfechas. No tiene nada; no ofrece nada para “desarrollar” un pensamiento nuevo, para crear un hombre nuevo sobre la faz de la tierra.

Su industria es puro cambalache fenicio. Sus maquinas, sus productos químicos y sus técnicos, son nada mas que instrumentos de conquista y de robo. Sus modas de vestir y sus modas literarias, han llegado a tal grado de banalidad e insulsez, que ya no mueven ni conmueven a ningún pueblo de la tierra.
En estos achaques, en el caso nuestro por ejemplo, hoy nos roba a la luz pública nuestra historia, nuestro teatro, nuestro baile, nuestra música y hasta nuestras prendas de vestir.
Al final, con una desvergüenza de reptiles se han calado nuestro Iluchu y nuestro poncho. Hay que ver a gringos y gringas, a birlochas y birlochos lucir en sus bustos nuestro poncho como una gran novedad de última moda europea.

¿Y su universidad, es un instrumento de liberación? ¿Es un Ideal la Universidad?
Es una fábrica de profesionales que desembocan en organismos, de sustentación del sistema social. La universidad es la fábrica de donde salen los “doctores” y los “generales”. Los presidentes, los Ministros de Estado, los Embajadores, los “técnicos” del “desarrollo” industrial y militar; en una palabra, toda la planta burocrática con que cuenta el Estado ruin.
De la escuela a la Universidad, la juventud está sometida a un sistema de hierro. Tiene la nuca ahuecada por los planes de estudio al servicio del sistema dominante, y por el yugo de la dictadura: la “dictadura pedagógica”; organizada, impuesta y ejecutada desde las metrópolis de Europa y Estados Unidos.

La universidad es la maquina de domesticación, para que la juventud mansamente acepte el yugo de su explotación. Los padres desesperan porque sus hijos tengan cuanto antes un titulo profesional. ¿Para qué? Para que aumenten su propiedad, ensanchen su riqueza, sobrevivan asomando la cabeza mientras se apoyan en los hombros de los que aún continúan abajo.
El Estado desespera por un mayor número de técnicos; ¿para qué? Para afianzar el régimen. La juventud de nuestro tipo, que ha recibido afortunadamente la educación a la que solo pueden aspirar unos pocos, es el proletariado mas infeliz de nuestro tiempo, porque a diferencia de la clase obrera, tiene plena conciencia de su situación y destino.

Mientras la juventud y el pueblo no escupa su asco al sistema impuesto, reduzca a escombros la Republica cipaya y tome el Gobierno de su Casa de Estudios, no sentirá el beso de la libertad.
Seguirá -¡qué trágica paradoja!-luchando en defensa de sus cadenas de esclavo.

De sus carátulas revolucionarias, de sus infames rebeldias y cambios de orden y metodologia:
Las “revoluciones” de la alta clase, no son otra cosa que grotescos golpes de Estado. Descargas de la felonía más ruin, del hijo contra el padre y del hermano contra el hermano. Las “revoluciones” del cholaje no han sido otra cosa que una sucesión de parricidios y fratricidios impunes.
Cuando el pueblo engañado participa en estos Golpes de Estado, no lo hace por ideales, sino por una intoxicación de odio personal al ocupante de turno del Palacio “quemado”, y por la alucinación del botín; el que fue producto, a su vez, del asalto y saqueo de los bienes del penúltimo vencido…

La revolución India no será un Golpe de Estado. La revolución India será una revolución de otro género, de otra estirpe. La Revolución India será la resurrección de la conciencia, del sentimiento y de la voluntad del hombre nativo autóctono.
Será roja llamarada a lo largo del lomo de los Andes. Millones de corazones vomitarán como un volcán su odio. Millones de puños cerrados y millones de bocas esclavas gritarán: Libertad…
Una sola conciencia iluminará los espíritus. Una sola idea golpeará los cerebros. Un solo querer ígneo impulsará los corazones. Y una sola voluntad crispará los puños.
La Revolución India antes que nada será una revolución social; y una revolución de conciencias. Arderá en el cerebro mientras desciende a las manos. Primero será idea antes de ser colmillo y garra. Idea fija y obsesiva, antes de ser acto. Será la construcción de la convicción, mientras sea golpe.

Por eso la tarea previa de nuestra Revolución es la promoción de la justa convicción ideológica de pertenencia con los sectores, las clases y los pueblos desposeídos. Un intenso movimiento ideológico; un enfrentamiento impetuoso de la ideología india con la cultura occidental. Opondremos al imperialismo capitalista nuestra indianidad.
Y la indianidad no es una nebulosa ideología metafísica. No es una ideología osificada en las “Reales Academias de la Lengua y la Historia”, que despiden olores nauseabundos de tumba. No es eso. La indianidad a más de ser una ideología viva, es un Ideal. ¡El Ideal de un pueblo, de un Continente en marcha hacia la conquista de su Liberación!